Autor : Carlos M. Luna1, Laura Pulido2, Oscar Rizzo3, María Laura Gauna4, Alejandro Chirino5, Alejandro J. Videla6
1 Departamento de Medicina, División Neumonología, Hospital de Clínicas, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina. 2 Hospital Italiano de Rosario, Sanatorio Americano. Rosario, Santa Fe. Argentina. 3Hospital María Ferrer. Universidad de Buenos Aires. Argentina. 4Hospital Alberto Conacchiari Leandro N. Alem, Buenos Aires. Sanatorio Junín, Junín, Buenos Aires. 5Respira Salud. Clínica Integral, Mendoza, Argentina. 6Hospital Universitario Austral. Universidad Austral. Pilar, Argentina.
https://doi.org/10.56538/ramr.QIDV5309
Correspondencia : Carlos M. Luna: Autor corresponsal: Carlos M. Luna, Dirección Postal: Arenales 2557, Piso 1, Dto A. Código Postal: 1425, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. E-mail: dr.cm.luna@gmail.com
RESUMEN
Los
adultos fumadores, con comorbilidades, y los ancianos tienen mayor riesgo de
contraer infecciones pulmonares y de tener peor evolución. La neumonía
adquirida en la comunidad debida a virus, neumococo, además de otras bacterias
y microorganismos “atípicos” afecta tanto a adultos sanos como enfermos. La
vacuna antigripal se diseña el verano anterior orientada
a las cepas esperadas para la temporada siguiente. Su eficacia depende
fundamentalmente de la variante viral que finalmente sea la responsable del
brote. La vacuna anti-neumocócica polisacárida
existe desde 1983 y será inexorablemente reemplazada por vacunas conjugadas de
mayor eficacia, que previenen la infección por los serotipos presentes en la
vacuna. La inmunización contra SARS-CoV-2 aceleró la reducción del contagio y
la gravedad de COVID-19 notablemente. La vacuna acelular
para Bordetella pertussis
no está en el calendario de adultos, aun cuando vacunarlos fortalece el
control del contagio infantil. La vacunas doble bacteriana (difteria y tétanos),
y triple (doble + pertusis), y contra sarampión,
varicela, rubeola, HPV, Haemophylus influenzae, meningococo, herpes zóster, fiebre
hemorrágica argentina y fiebre amarilla están disponibles, pero son de uso
limitado. Nuevas vacunas, como la recientemente aprobada por los CDC contra el
virus sincicial respiratorio, pronto estarán
disponibles.
Palabras
clave: Inmunización,
Influenza, Neumococo, Difteria, Tétanos, Herpes zóster, COVID-19, Virus sincicial respiratorio, Vacunas
ABSTRACT
Adult smokers, subjects with
comorbidities, and the elderly are at higher risk of pulmonary infections and
worse outcomes. Community-acquired pneumonia due to viruses, pneumococcus, other
bacteria, and “atypical” microorganisms affects healthy and sick adults. The
flu vaccine is designed the previous summer for the strains expected for the
following season. Its effectiveness depends fundamentally on the viral variant
ultimately responsible for the outbreak. The anti-pneumococcal polysaccharide
vaccine has been available since 1983 and it is expected to be replaced by
conjugate vaccines which are more effective in preventing infection due to
serotypes present in the vaccine. Immunization against SARS-CoV-2 diminished
contagion and severity of COVID-19 remarkably. The acellular
vaccine for Bordetella pertussis is not
on the schedule for all adults, even when vaccinating them strengthens the
control of contagion in children. Double bacterial (diphtheria and tetanus),
triple (double + pertussis), measles, varicella, rubella, HPV, Haemophilus influenzae,
meningococcal, herpes zoster, Argentine hemorrhagic fever, and yellow fever
vaccines are available, but their use is limited. New vaccines such as the one
recently approved by the CDC against respiratory syncytial virus will soon be
available.
Key word: Immunization, Influenza, Pneumococcus, Diphtheria, Tetanus, Herpes
zoster, COVID-19, Respiratory syncytial virus, Vaccines
Recibido: 10/07/2022
Aceptado: 25/08/2023
INTRODUCCIÓN
El
especialista en enfermedades pulmonares destina parte de su tiempo en la
consulta a revisar la historia vacunal de sus
pacientes. En 2015, la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR) encaró
la iniciativa institucional de elaborar recomendaciones de vacunación en
adultos con enfermedades respiratorias.1
En los últimos decenios, creció la expectativa de vida y la edad
poblacional, con lo que se incrementó el porcentaje de pacientes con comorbilidades
y de mayores de 65 años (habitualmente candidatos a vacunarse). Este grupo
representaba entre el 10% y el 19% de la población en 2015, y se espera que sea
entre el 25% y el 29% en 2050.2 En los ocho
años transcurridos desde la publicación de nuestra recomendación, emergió la
pandemia de COVID-19, que trajo importantes avances en la elaboración de
vacunas e impactó de manera notable en la conciencia de la necesidad de esta
práctica preventiva y la percepción de su impacto en la prevención de
enfermedad y sus consecuencias de morbimortalidad.3
La
aparición de SARS-CoV-2 como patógeno principal de las infecciones
respiratorias durante los últimos tres años ha mostrado las debilidades y
fortalezas de los programas de vacunación, lo que, junto con las nuevas vacunas
que han sido aprobadas en el mundo durante los últimos años, nos obliga a
revisar de la mejor manera posible nuestro punto de vista y a actualizar las
recomendaciones sobre vacunación contra la influenza (VAG), neumococo (VAN),
COVID-19 (VAC), Bordetella pertussis (VBP), herpes zóster (VHZ) y virus sincicial respiratorio (VSR).4
El
Ministerio de Salud de la Nación (MSAL), en Argentina, de manera similar a lo
que hacen los organismos oficiales de salud pública de otros países, como los Centers
for Disease Control and Prevention (CDC) de Estados Unidos o el European Centre for Disease Prevention and Control (ECDC)
en Europa generan recomendaciones de vacunación desde el nacimiento y a lo
largo de toda la vida.5
ANTECEDENTES
El
MSAL ha definido un calendario nacional compuesto por 17 vacunas indicadas en
los niños a partir del nacimiento con expresa indicación del número de dosis,
momento en que deben aplicarse, refuerzos y descripción de algunos esquemas
especiales.5 También ha precisado
distintas indicaciones de vacunas en algunos grupos poblacionales de riesgo,
como embarazadas, puérperas y personal de salud. Curiosamente en el calendario
para otros menores de 65 años y sin comorbilidades se mencionan solo la vacuna
para hepatitis B y la doble bacteriana. Para embarazadas, puérperas y personal
de salud, se indican las mismas vacunas y se agregan las dosis necesarias de
triple bacteriana y triple viral. En mayores de 65 años o menores de esa edad,
con comorbilidades, enfermedades respiratorias y fumadores con riesgo aumentado
de padecer infecciones pulmonares virales y bacterianas y sus consecuencias,
se incluyen las vacunas antigripales y antineumocócicas,
además de las mencionadas.5 Existen
esquemas de vacunación para SARS-CoV-2 que están sujetos a cambios según la
evolución de la pandemia, difíciles de predecir.
La
neumonía adquirida en la comunidad (NAC) se presenta en más del 1% de las
personas cada año.6 Los posibles
patógenos de la NAC incluyen virus, bacterias comunes, bacterias intracelulares
o atípicas, hongos y protozoarios.7 Las
infecciones por algunos de estos patógenos pueden prevenirse a través de la
inmunización por medio de vacunas. Por ello, los CDC de Estados Unidos
recomiendan la vacunación durante toda la vida para proporcionar inmunidad.
Sin embargo, las tasas de vacunación en adultos en todo el mundo son bajas.8
A
principios del siglo XX la causa principal de muerte en el mundo eran las
infecciones pulmonares agudas (caracterizadas como influenza y neumonía). Los
avances de la medicina mejoraron notablemente la expectativa de vida hasta
cerca de los 80 años y, aunque las infecciones pulmonares quedaron relegadas
como causa de muerte tras las enfermedades cardiovasculares, los tumores
malignos, las lesiones no-intencionales y las enfermedades respiratorias
crónicas, durante 2020 y 2021 la COVID-19 se convirtió en la primera causa de
letalidad en muchos países, lo que volvió a poner a las infecciones en primer
plano.9
VACUNACIÓN ANTIGRIPAL
La
influenza se caracteriza por epidemias anuales que se presentan en todo el
mundo en temporada invernal (entre abril y octubre en el hemisferio sur y entre
octubre y abril en el hemisferio norte). Estas epidemias pueden tener un grado
variable de gravedad. La gripe se caracteriza por un cuadro de comienzo agudo,
con fiebre o sin esta, con síntomas generales y respiratorios, que suele
mejorar en alrededor de 7 d a 10 d. En algunos casos, particularmente en
mayores de 65 años, y en adultos y niños con afecciones crónicas de los
aparatos respiratorio y cardiovascular, enfermedades metabólicas,
insuficiencia renal, hemoglobinopatías e inmunosupresión (incluido VIH +),
puede requerirse atención médica, internaciones o, incluso, producirse un
desenlace fatal.10 Por ello, el Calendario Nacional de Vacunación
del Ministerio de Salud de Argentina recomienda la vacuna para influenza a
partir de los 6 meses de edad sin límite máximo de edad en las personas con
mayor riesgo de complicaciones en caso de gripe. También se recomienda la
vacunación del personal de salud, los convivientes de pacientes
inmunodeprimidos y las personas que trabajan en contacto con aves vivas.10 En el manual
del vacunador del MSAL 2014 ya se indicaba: “En los pacientes mayores de 65
años, no se requerirá orden médica para recibir la vacuna antigripal”, en un
intento de reducir los obstáculos para lograr buenos niveles de vacunación.
Cabe recordar la importancia de la revacunación anual a raíz de la caída en los
títulos de anticuerpos y la pérdida de eficacia vacunal
a partir de los cambios radicales antigénicos en los componentes de hemaglutinina (H) o neuraminidasa
(N) (shift antigénico) o de cambios
menores en la estructura de estas proteínas (drift
antigénico) que experimenta periódicamente el virus.11, 12
Los
CDC en Estados Unidos en 2010 (luego de la pandemia de H1N1) simplificaron la
recomendación: “Todas las personas mayores de 6 meses en los Estados Unidos
deben vacunarse contra la influenza cada temporada, con raras excepciones”,13 y aclararon
que, si la provisión de vacuna fuera limitada, se debe priorizar a los de edad
mayor de 65 años, comorbilidades y contactos de personas con riesgo aumentado.
Esta limitación de cobertura para casos de escasez se asemeja a la
recomendación habitual en Argentina.
De
los cuatro tipos de virus influenza reconocidos, solo los virus tipos A y B
causan epidemias en la actualidad en humanos. El tipo A se divide en distintos
subtipos basados en sus proteínas de superficie H y N. Los dos subtipos de virus
Influenza A que circulan en el momento de redacción de este documento son A(H1N1) y A(H3N2). Los virus de Influenza B se clasifican en
los dos linajes actualmente circulantes: B/Victoria y B/Yamagata. La aparición
de errores en la polimerasa dependiente de ARN en coinfecciones
entre humanos y otras especies modifica los virus, lo que favorece la circulación
de esta variante en un nuevo huésped.14
Desde
fines de la década del setenta se dispone de la vacuna trivalente (dos subtipos
de virus A y un linaje de virus B). En Argentina está disponible la vacuna
trivalente inactivada orientada a las cepas patrón recomendadas por la OMS para
el período en cuestión.10 Asimismo,
desde hace unos años está también disponible la vacuna tetravalente con dos
subtipos del virus A y los dos linajes del B. También se dispone de la vacuna
trivalente inactivada con adyuvante que mejora el efecto de inmunización. Un
adyuvante es un ingrediente que ayuda a crear una respuesta inmunitaria más
fuerte, lo que mejora su efectividad particularmente en mayores de 65 años y
en personas menores de 65 años con comorbilidades y en individuos
inmunocomprometidos.15 Finalmente,
también se dispondrá en Argentina de la vacuna contra influenza de alta dosis,
recientemente aprobada por ANMAT. Mientras que la mayoría de las vacunas
contienen 15 μg de cada antígeno de H, la vacuna
de alta dosis presenta 60 μg de cada antígeno.16 En agosto del
2022, se realizó un estudio de viabilidad en Dinamarca, que mostró una
reducción del 49% en el riesgo de muerte asociado a la vacuna de alta dosis y
también una reducción del 64% en la incidencia de hospitalización por influenza
o neumonía en comparación con la vacunación de dosis estándar en adultos
mayores.17 Además, es
importante destacar que la mayoría de las vacunas inactivadas contra la
influenza se fabrican utilizando el método de cultivo de los virus de la
influenza en huevos embrionados. Sin embargo, también
existen vacunas elaboradas a partir de líneas celulares, que ofrecen ventajas
significativas, como la capacidad de producir mayores cantidades de vacunas de
manera más rápida. Las vacunas derivadas de líneas celulares tienen el
beneficio adicional de evitar la posibilidad de mutaciones que puedan surgir
durante el cultivo en huevos embrionados y no
requerir el uso de proteínas de huevo, lo que puede ser beneficioso para
ciertas personas con alergias o restricciones dietéticas.18
Existen vacunas a virus vivos atenuados (de aplicación intranasal) y recombinante, que hasta el momento no están disponibles
en nuestro país.10
En
el año 2013, se dispuso de la primera vacuna tetravalente (dos subtipos de
virus A y dos linajes de virus B),12 con un
buen perfil de seguridad. Agregar un segundo linaje B a la vacuna antigripal
proporciona una respuesta inmune superior para el subtipo adicional, sin
reducir la respuesta inmunitaria para los otros tres subtipos ni afectar
negativamente el perfil de tolerancia y seguridad. Al ofrecer una protección
más amplia contra los diferentes linajes de virus de influenza B que co-circulan, la vacuna tetravalente tiene el potencial de
reducir aún más la morbilidad y mortalidad relacionadas con la influenza más
allá de lo logrado con las vacunas trivalentes.19, 20 En la actualidad, en Estados Unidos, y en
varios países de Europa la vacuna tetravalente ha reemplazado a la vacuna
trivalente.13,
15
El
conjunto de pacientes que se atienden con el neumonólogo
se caracteriza en general por tener un alto riesgo de sufrir complicaciones a
partir de influenza grave.21 La vacuna
antigripal en adultos se recomienda en mayores de 65 años y menores de 65 años
con enfermedad pulmonar crónica o cardiovascular, renal, hepática, neurológica,
trastornos metabólicos –que incluyen diabetes, hemoglobinopatías e
inmunosupresión (incluido VIH +)–, lo cual abarca una amplia mayoría de los
pacientes que se atienden con un neumonólogo.
Por
otra parte, la estacionalidad de la influenza plantea un desafío para
determinar el momento óptimo de vacunación en América Latina. Mientras en
climas templados, como América del Sur, hay picos de actividad durante los
meses de invierno; en regiones tropicales y subtropicales, la influenza se
manifiesta a lo largo del año, especialmente en temporada de lluvias.22 Hive y cols. realizaron un análisis sobre la base de
estudios de estacionalidad de influenza producido por la CDC y la OMS, entre
otros, que recopilan datos de 138 países ubicados total o parcialmente entre el
paralelo 38 norte y sur, y concluyeron que la temporada principal de influenza
en la mayoría de países de América del Sur es entre abril y junio.23
La
eficacia y los efectos colaterales de la vacuna antigripal se midieron como
para cualquier otro fármaco con ensayos clínicos aleatorizados, doble-ciego. La
eficacia en la vida real de vacunas ya autorizadas en uso se hace a través de
estudios de efectividad. La efectividad de las vacunas se relaciona con la
edad, la presencia de comorbilidades y también cobertura en la vida real de las
cepas del virus circulante.
La
efectividad de la vacuna es calculada todos los años por la CDC.24 En la Figura
1, puede observarse la efectividad de la VAG medida durante dieciséis 8
De las últimas diecisiete temporadas de
influenza en el hemisferio norte (no se midió en la temporada 2020-2021 por la
baja circulación viral que se produjo en la temporada debido al aislamiento
riguroso que existió durante la pandemia).
Si
bien a primera vista llama la atención la efectividad modesta de las vacunas
contra la influenza actualmente disponibles, como se ha apreciado recientemente
con la pandemia de SARS-CoV-2, la vacuna puede prevenir complicaciones graves
de influenza, como la internación en UCI (reducción del 26%) y la mortalidad
(reducción del 31%) entre adultos con influenza asociada a ingreso
hospitalario.25,
26
VACUNACIÓN
ANTINEUMOCÓCICA
Antes
de 1945, la neumonía en adultos era causada en más del 90% de los casos por Streptococcus pneumoniae.
Sin embargo, a partir de 1950, la proporción de neumonías causadas por este organismo
comenzó a disminuir. En la actualidad, la presencia de neumococos se encuentra
en menos del 10%-15% de los casos; esta proporción es más alta en Europa y se
estima que se debe a diferencias en las prácticas de vacunación y el hábito de
fumar. Otros patógenos, como bacilos gramnegativos, Staphylococcus
aureus, Chlamydia, Mycoplasma
y Legionella son identificados en
un rango del 2% al 5% de los pacientes hospitalizados por neumonía. Los virus
se encuentran en el 25% de los pacientes y, aproximadamente, un tercio de ellos
presentan coinfección bacteriana. Es importante
destacar que, en más del 50% de los casos, los estudios recientes no han
logrado identificar el organismo causante, lo cual sigue siendo el principal
desafío para comprender las infecciones respiratorias bajas.27
El
calendario de vacunación 2023 en Argentina no precisa las indicaciones sobre la
vacuna antineumocócica (VAN) solo recomienda en el
adulto el uso del esquema secuencial. En el documento Lineamientos Técnicos
y Manual del Vacunador de la Vacunación contra Neumococo, Estrategia Técnica
2017-2018, el MSAL indica que debe aplicarse la vacuna VAN en adultos que
integran grupos de alto riesgo de padecer enfermedades invasivas, que incluyen
anemia drepanocítica, cardiopatía congénita,
enfermedades pulmonares crónicas, diabetes mellitus, hepatopatía
crónica, fístula de líquido cefalorraquídeo, asplenia
funcional o anatómica, implante coclear, infección por VIH, leucemias,
linfomas Hodgkin y no-Hodgkin,
mieloma múltiple, otras neoplasias, falla renal crónica, síndrome nefrótico,
tratamientos con quimioterapia o corticoides, trasplantes de órganos. En otro
punto respecto de la revacunación afirma que se puede revacunar una vez con la
vacuna polisacárida de 23 serotipos (VPN23) a personas
con alto riesgo de padecer enfermedad invasiva, como asplenia
funcional o anatómica, insuficiencia renal crónica, síndrome nefrótico,
infección por VIH, trasplante, leucemia, linfoma, mieloma múltiple, otras
neoplasias y tratamiento inmunosupresor. Afirma, además, que las embarazadas
de grupo de riesgo que no recibieron previamente VAN, pueden recibirla a partir
de la semana 16 de gestación. Es recomendable aprovechar la oportunidad de la
VAG anual para aplicar la vacuna VAN si correspondiere. Los mayores de 65 años
no requieren orden médica para vacunarse.28
En
un documento de consenso de expertos de la Asociación Latinoamericana del Tórax
(ALAT) y la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), se
concluyó que el consumo de tabaco es un factor de riesgo muy significativo para
el desarrollo de enfermedad neumocócica en sus formas
clínicas de neumonía adquirida en la comunidad (NAC) y enfermedad neumocócica invasiva (ENI).29
En
nuestro medio, disponemos desde 1983 de la VPN23 (con los serotipos 1, 2, 3, 4,
5, 6B, 7 °F, 8, 9N, 9V, 10A, 11A, 12 °F, 14, 15B, 17 °F, 18 °C, 19A, 19 °F, 20,
22 °F, 23 °F y 33 °F) y de la vacuna conjugada de 13 serotipos (VCN13) (con
los serotipos 1, 3, 4, 5, 6A, 6B, 7 °F, 9V, 14, 18 °C, 19A, 19 °F y 23 °F), conjugados
con la proteína transportadora CMR 197, desde 2013. La VCN13 fue aprobada por
ANMAT para mayores de 50 años en 2012 basada en su inmunogenicidad
superior para 10 de los 12 serotipos vacunales que
comparten.30 Las vacunas antineumocócicas son administradas en forma secuencial,
(VCN13 seguida de la VPN23) según la recomendación del comité de consulta sobre
prácticas de inmunización de Estados Unidos, Advisory
Committee on Immunization Practices (ACIP),
para mayores de 18 años con factores de riesgo, que incluyen candidatos y
receptores de trasplante de células hematopoyéticas. En 2014, el ACIP comenzó a
recomendar la VCN13 para adultos de 65 años de edad o más.31
En 2015 Bonten y cols. publicaron un estudio de grupos paralelos, controlado con placebo, doble ciego aleatorizado que demostró contundentemente en los individuos vacunados que una dosis única de la vacuna PCV13 tiene como resultado un 45,6% menos de primer episodio de NAC debida a alguno de los serotipos presentes en la vacuna (p < 0,001); un 45,0% menos de episodios de NAC no bacteriemia/no invasiva debida a un serotipo presente en la vacuna (p = 0,007) y un 75,0% menos de primer episodio de ENI (p < 0,001).31, 32 Dunne y cols., en una revisión narrativa, compararon la efectividad de las vacunas PPV23 y PCV13 en las mismas poblaciones de adultos, y encontraron que la efectividad de la vacuna varía entre el 10 % y el 11% para PPV23; entre el 40 % y el 79%, para la PCV13; y el 39 % al 83% para las vacunas PCV13/PPV23. La efectividad de la vacuna contra la neumonía por todas las causas o la infección del tracto respiratorio inferior varía entre el 8 % y 3% para PPV23 y entre el 9 % y el 12%, para PCV13. Estos datos confirman la mejor eficacia de la vacuna conjugada para prevenir la infección pulmonar en adultos.33 La última incorporación es la vacuna conjugada de 20 serotipos (PCV20), que está indicada para la inmunización activa para la prevención de la neumonía y enfermedades invasivas causadas por los serotipos 1, 3, 4, 5, 6A, 6B, 7 °F, 8, 9V, 10A, 11A, 12 °F, 14, 15B, 18 °C, 19A, 19 °F, 22 °F, 23 °F y 33 °F de Streptococcus pneumoniae en adultos mayores de 18 años. La PCV20 aprobada por la FDA en 2021 y por la EMEA en 2022 ha sido aprobada por la ANMAT a mediados de junio de 2023. La PCV20 agrega siete nuevos serotipos a la 13 valente, lo cual significaría una simplificación de los esquemas de vacunación en un futuro cercano.34, 35
La
vacunación recomendada actualmente para neumococo en adultos inmunocompetentes en Argentina es la administración
secuencial de la vacuna PCV13 seguida a los 12 meses de la VPN23. La PPV23
requiere una segunda dosis luego de los 65 años de edad (siempre y cuando hayan
transcurrido 5 años luego de la primera dosis). En aquellos pacientes
inmunocomprometidos, la administración secuencial de PCV13 debe estar seguida
por al menos 8 semanas de la PPV23.28 En circunstancias especiales (esplenectomizados o portadores de anemia drepanocítica o que tienen fístula de líquido
cefalorraquídeo), se recomienda administrar una segunda dosis de PPV23 a los 5
años de la primera y, en estos casos, eventualmente, una tercera dosis luego
de los 65 años de edad36 (Figura 2).
La vacunación usando la vacuna 20-valente sugiere un esquema muy simple, como
el que se muestra en la Figura 3.
VACUNAS COVID-19
En
noviembre de 2019 se reportó la aparición en China de un nuevo coronavirus de
origen animal capaz de causar infección respiratoria grave, que la OMS declaró
como pandemia en marzo en 2020. A principios de ese año, se logró la
secuenciación del virus, que permitió la rápida producción de vacunas basadas
en vectores virales y en plataformas de ARN mensajero. Estas vacunas han
demostrado ser altamente efectivas contra formas graves de la enfermedad en
ensayos clínicos y de vida real, y tanto en adultos como en población gestante,
pediátrica y adolescente.3,
37 Se
estima que las vacunas evitaron la muerte de diecinueve millones de personas en
el primer año de su utilización.38 Los esquemas
completos de vacunación confieren protección de entre el 88% y el 55% según la
variante de interés y alcanzan la mayor efectividad para la variante alfa y la
menor para ómicron.39 En nuestro
país, la campaña de vacunación con las vacunas inicialmente disponibles (Sputnik V, ChadOx1 y BBBIBP-CorV)
se asoció a disminuciones significativas de infección y mortalidad.40, 41 Al
introducirse las vacunas basadas en ARNm en niños y
adolescentes también se obtuvo un beneficio mensurable.42
La evidencia relevada por revisiones sistemáticas sugiere que las
vacunas basadas en plataforma ARNm se asocian a mayor
protección contra enfermedad sintomática.43
Según estudios observacionales se aprecia disminución del riesgo
de aparición de síntomas del síndrome posinfección
también conocido como long COVID entre
personas vacunadas.44 También se
comprobó que los esquemas heterólogos conferían
protección y se usó esa estrategia en algunos tramos de la campaña de
vacunación.45
El
virus ancestral fue reemplazado por nuevas variantes de mayor contagiosidad. En
noviembre de 2021, se identificó la variante ómicron
ante la cual las vacunas inicialmente desarrolladas exhibían menos capacidad
neutralizante y ante la cual la inmunidad decae más rápidamente.46 La aplicación
de dosis de refuerzo, demostró efectividad adicional de una tercera dosis
comparada con el esquema inicial y de una cuarta dosis contra la tercera,
principalmente en población mayor de 60 años.47, 48 Se aprecian reducciones de la efectividad
contra infecciones del 47% a los 280 d, con una efectividad del 75% a los 112 d
para prevenir internaciones y muerte.49
Según el registro federal de vacunación, en Argentina en mayo de
2023 9 314 083 personas de 50 años o más no habían recibido una dosis de
refuerzo en los últimos 6 meses.50
A
principios de 2022, se introdujeron vacunas bivalentes orientadas
simultáneamente contra la variante ancestral y la nueva subvariante.51, 52 Estas vacunas
han sido adoptadas como el estándar, no obstante la evidencia muestra que los
títulos de anticuerpos neutralizantes que inducen son similares a los de las
vacunas monovalentes.53 En estudios
observacionales, se ha verificado que la administración de refuerzos bivalentes
aportó una efectividad adicional a las dosis del esquema inicial que fue del
50% para personas entre 50 y 64 años que habían recibido dos dosis previamente.
En contraste, la efectividad adicional fue del 22% para mayores de 65 que habían
recibido más de dos dosis.54 La
explicación de esta menor efectividad comparativa de las vacunas bivariantes sería el imprinting,
fenómeno por el que la respuesta inmunológica se configura principalmente
contra los antígenos de las variantes originales que las primeras vacunas
presentaron sin lograrse una respuesta igual de eficiente al presentarse posteriormente
otros antígenos.55
La
evidencia disponible muestra que la inmunidad más robusta se alcanza cuando se
combinan la inmunidad adquirida por vacunación y la natural por infección,
situación muy frecuente al considerar la alta prevalencia de infección en las
comunidades.56 Las
recomendaciones vigentes del MSAL al momento de la escritura de este documento
establecen que quienes se encuentren dentro de grupos con alto riesgo de
desarrollar formas graves de enfermedad (personas de 50 años o mayores,
personas con inmunocompromiso y personas gestantes)
reciban una dosis de refuerzo contra COVID-19 si han transcurrido seis meses
desde la última dosis aplicada, independientemente de la cantidad de refuerzos
recibidos previamente y respetando el intervalo mínimo de al menos cuatro meses
desde la última dosis. Las personas menores de 50 años con comorbilidades (enfermedades
crónicas y obesidad) y las personas con mayor riesgo de exposición (personal
de salud) y función estratégica se incluyen en el grupo de “riesgo medio” de
experimentar enfermedad grave o muerte por infección por COVID-19. La
recomendación para este grupo es que reciban un nuevo refuerzo a los seis meses
de la última dosis aplicada y, posteriormente, un refuerzo anual.
Las
personas consideradas con bajo riesgo de complicaciones (menores de 50 años sin
comorbilidades) tienen disponible la vacunación de refuerzo contra la COVID-19
y se recomienda que su aplicación sea anual.50
Los
efectos adversos de la vacunación más frecuentes son reacciones locales leves.57 Los efectos
adversos más preocupantes reportados han sido la aparición de trombosis (principalmente
asociado con la vacuna ChadOx1) y la de miocarditis (vinculados con las
vacunas de plataforma ARNm). Si bien se verifican
aumentos modestos de riesgo de eventos hematológicos y vasculares tras la vacunación,
este riesgo es mucho mayor y prolongado para la infección por el virus.58, 59 Las
miocarditis son eventos muy raros que se registran en 1,08 casos por cada 100
000 personas vacunadas, y son graves en uno de cada 5 eventos.60
También, en este caso, es más frecuente la miocarditis por la infección
por SARS-CoV-2 que por la vacunación, por lo que la relación riesgo/beneficio
resulta altamente favorable a la vacunación.61
VACUNAS CONTRA PERTUSSIS
La
tos ferina o convulsa, o también llamada «coqueluche», es causada por la
bacteria Bordetella pertussis.
La enfermedad clásica respiratoria se caracteriza por tres fases: catarral,
paroxística y de convalecencia.62 Durante la
fase catarral, las personas infectadas experimentan coriza (inflamación de las
membranas mucosas de las cavidades nasales), tos ocasional leve y fiebre baja.
La fase paroxística se caracteriza por tos espasmódica, vómitos luego de la tos
y sibilancias inspiratorias. Los síntomas mejoran lentamente durante la fase de
convalecencia, que generalmente dura de 7 d a 10 d, pero puede durar meses. Los
factores que afectan la presentación clínica de la tos ferina incluyen la
edad, el nivel de inmunidad, el historial de vacunación y el uso de
antibióticos al comienzo de la enfermedad.63
El
MSAL recomienda la vacunación conjunta contra pertussis,
tétanos, difteria, Haemophilus influenzae tipo b y hepatitis B para bebés y niños
pequeños, a través de una serie de cuatro dosis de vacuna quíntuple o
pentavalente donde están incluidos los toxoides diftéricos, tetánico y pertussis acelular
(en Argentina, se dispone del componente celular). Se continúa con una dosis de
DTP (triple bacteriana celular) al ingreso escolar (5 años de edad).5 Luego también
el ACIP recomienda continuar con una dosis de refuerzo a los 11 años de la
vacuna dTpa (vacuna triple bacteriana acelular con toxoide diftérico reducido, toxoide tetánico y
pertussis acelular).
A los adultos de 19 a 64 años que nunca hayan recibido la vacuna dTpa también se les recomienda recibir una dosis de
refuerzo. Durante el embarazo, se aconseja que las mujeres reciban una dosis de
dTpa después de la semana 20, preferentemente entre
las semanas 27 y 36 sin importar si ya han recibido previamente esta vacuna.
Después de recibir la vacuna dTpa, se sugiere que los
adolescentes y adultos reciban una dosis de refuerzo de la vacuna Td (toxoides tetánico y diftérico) cada 10 años para
garantizar una protección continua contra el tétanos y la difteria y reducir la
transmisión de esta última.5,
64
Recientemente,
las guías GOLD (Global Initiative for Chronic Obstructive
Lung Disease)
recomiendan la vacunación con dTpa a pacientes con
enfermedad pulmonar obstructiva crónica que no fueron vacunadas en la
adolescencia.65
VACUNA CONTRA HERPES
ZÓSTER
El
herpes zóster (HZ) es una enfermedad neuro-cutánea
producida por la reactivación de la infección primaria por el virus de la
varicela-zóster (VZV). Esto tiene como resultado la varicela, que continúa con
la residencia de por vida del genoma VZV en la raíz dorsal o nervio craneal de
los ganglios.66 La incidencia
y gravedad del HZ aumentan con la edad. Más del 90% de los pacientes mayores de
50 años en todo el mundo han sido infectados con VZV y, por ende, están en
riesgo de desarrollar HZ, con una incidencia de aproximadamente de entre 2 y
4,6 personas por cada 1000 al año.67-70 La incidencia
aumenta significativamente en adultos mayores de 80 años y llega a valores
entre 10 y 12,8 casos por cada 1000 personas-año.71
Ello implica que una de cada tres personas entre 50 y 90 años
sufrirá algún episodio de HZ.72 La inmunidad
al HZ, que se adquiere por primera vez de manera innata (primoinfección)
en niños y adultos jóvenes cuando adquieren varicela, puede mantenerse en forma
intrínseca o a través de refuerzo extrínseco. La forma intrínseca es en respuesta
subclínica a la reactivación de VZV y el refuerzo extrínseco se da de forma
asintomática por exposición al VZV en la comunidad.72, 79 El riesgo de HZ aumenta en personas de 50 años
o más debido a los efectos de la inmunosenescencia
(envejecimiento celular) o, a cualquier edad, por inmunosupresión debido a
diversas enfermedades, como el VIH, diabetes mellitus, EPOC,
insuficiencia renal crónica, enfermedad cardiovascular, entre otras; o por
tratamientos inmunosupresores, como los tratamientos quimioterápicos
en la población oncológica, trasplantes, enfermedades reumatológicas o
enfermedades del intersticio pulmonar.70
El HZ se produce cuando la inmunidad mediada por células
específicas de VZV no logra contener la reactivación viral, presumiblemente,
por caer por debajo de un umbral de protección aún no definido, y el VZV
reactivado continúa propagándose.73,
74 El
HZ presenta múltiples complicaciones; la neuralgia posherpética
(10%-15%) es la más frecuente. Se caracteriza por dolor crónico radicular que
puede prolongarse hasta más de 3 meses después de la erupción vesicular del HZ
y llegar a ser discapacitante y muy difícil de
tratar. Los dolores crónicos de la neuralgia posherpética
pueden afectar entre el 5% y el 30% de las personas que desarrollan HZ, aunque
es más frecuente en las personas de mayor edad, especialmente a partir de los
60 años.70, 75 Si afecta la
región ocular, especialmente posterior a un HZ oftálmico, puede complicarse con
queratitis, conjuntivitis e, incluso, glaucoma, que pueden cicatrizar y dejar
lesiones graves como distintos grados de ceguera. En pacientes con inmunosupresión
grave puede haber complicaciones graves y de alta mortalidad, como el HZ
diseminado, mielitis, encefalitis o parálisis de nervios craneales.76 En la versión
anterior del documento, se recomendó la vacuna a virus vivo atenuado contra el
HZ que contiene la cepa Oka VZV. Esta vacuna está
autorizada para su uso en adultos de 50 años de edad en adelante. En la
bibliografía médica, esta vacuna ha demostrado una eficacia del 51,3% en la
prevención del HZ y un 66,5% de eficacia en la reducción de la neuralgia posherpética en personas de 60 años o más. Sin embargo, se
ha observado que su eficacia disminuye con la edad, pasando de un 69,8% en
adultos de entre 50 y 59 años a un 37,6% en aquellos de 70 años o más. Además,
está contraindicada en personas con inmunosupresión, ya que las vacunas vivas
atenuadas podrían causar enfermedades en esta población.77
En 2015, se introdujo una nueva recomendación y, en 2017, la FDA
votó en forma unánime para recomendar una nueva vacuna recombinante que
contiene como antígeno, una glicoproteína llamada “gE”
(fragmento del VZV) más un adyuvante para despertar la respuesta inmune
llamada “AS 01B”. Dos dosis separadas por 2-6 meses tienen una eficacia del
97,2% en reducir el riesgo de HZ en adultos de 50 años o más.75, 77 Se ha estudiado la duración de su eficacia con
el paso de los años, que mantiene un 87,9% para prevención de HZ luego de 4
años de haber recibido dos dosis.71 Muchos asmáticos y casi la
totalidad de los pacientes con EPOC, fibrosis pulmonar idiopática y otras
afecciones pulmonares crónicas tienen más de 50 años de edad, que es la edad a
partir de la cual se recomienda el uso de esta vacuna.1 Ya que es
habitual que en los adultos no exista una cultura acerca de la vigilancia de
cumplimiento con las vacunas indicadas, el neumonólogo
puede considerarse uno de los agentes de salud que mejor podría en su práctica
recomendar esta vacuna dentro de las medidas de prevención en salud a sus
pacientes, lo que influye positivamente en las actitudes y creencias de sus
pacientes.78
VACUNA CONTRA VIRUS
SINCICIAL RESPIRATORIO
El
virus sincicial respiratorio es una causa frecuente de
infecciones del tracto respiratorio, que puede causar enfermedad grave y se
presenta frecuentemente en lactantes y adultos mayores. Durante el invierno, se
estiman entre 700 000 y dos millones de casos de VSR. En los Estados Unidos,
las infecciones por VSR en adultos mayores representan aproximadamente 177 000
hospitalizaciones y 14 000 muertes anuales.79
En Argentina, hay aproximadamente 7 000 000 de adultos mayores de
65 años, un 0,2% de ellos va a padecer una infección grave por VSR, unos 14 000
pacientes en promedio.80 Las
neumonías, exacerbaciones de EPOC o asma son causa de internación en pacientes
que adquieran una infección grave por VSR. Además, un 10% de estos pacientes
van a fallecer como consecuencia de esta infección.81
En muchos casos, los niños son la fuente de infecciones para los
adultos mayores, mientras que, en otros casos, son los niños quienes se
contagian a partir de los adultos mayores. Recientemente, la FDA aprobó una
vacuna contra el VSR para adultos. La eficacia de esta vacuna fue del 94,1%
(intervalo de confianza del 95%, 62,4 a 99,9) frente a la enfermedad grave
(neumonía) y del 71,7% (IC del 95%, 56,2 a 82,3) frente al VSR que
produce reagudización de enfermedad respiratoria relacionada.82
En Argentina, esta vacuna aún no ha sido presentada ante la ANMAT
y, por ende, no se encuentra disponible aún.
RECOMENDACIONES DE
VACUNACIÓN EN EL ADULTO POR EL NEUMONÓLOGO
Las
vacunas son importantes para prevenir enfermedades y sus complicaciones a lo
largo de la vida. Sin embargo, la cobertura de vacunación en adultos es baja en
general y está lejos de alcanzar las metas establecidas. Entre las vacunas
recomendadas para adultos, se destacan aquellas contra la influenza y el
neumococo, que buscan prevenir complicaciones respiratorias. En pacientes con
enfermedades pulmonares crónicas, como EPOC, asma y bronquitis crónica, estas
vacunas son especialmente importantes. Este comité propone que, además de las
indicaciones específicas del calendario de vacunación, se sigan las recomendaciones
del Ministerio de Salud y otros organismos para simplificar las indicaciones de
vacunación en adultos según las distintas edades, siempre tratando de ampliar
dichas indicaciones, pero nunca acortándolas.
INDICACIONES DE
VACUNACIÓN EN PATOLOGÍAS ESPECÍFICAS
Asma bronquial
El
asma es una enfermedad crónica de las vías respiratorias caracterizada por una
inflamación persistente en la que diferentes tipos de células juegan un papel
importante. Esta inflamación causa síntomas en personas sensibles, asociados
con una obstrucción variable pero generalizada del flujo de aire, que puede
revertirse espontáneamente o con tratamiento. Además, la inflamación también
aumenta la hiperreactividad bronquial ante diversos estímulos.83
Todos los pacientes asmáticos se encuentran comprendidos entre
las enfermedades pulmonares crónicas, reconocidas entre las indicaciones de VAG
anual y COVID-19 según los lineamientos dispuestos por MSAL y la Global Initiative for Asthma (GINA) 2022 (9, 79). El CDC a través de la agenda de
inmunización 2030 (Healthy People
2030) plantea como principales objetivos reducir la morbilidad y mortalidad de
enfermedades prevenibles mediante la vacunación y, para ello, garantizar el
acceso a vacunas nuevas y existentes a toda la población. La inmunización es
una historia de éxito para la salud a nivel mundial. Desde 2010, más de 116
países han introducido vacunas que no utilizaban anteriormente, alguna de
ellas dirigidas contra afecciones mortíferas, como la NAC.84
En una revisión sistemática realizada por Boikos
et al., se encontró una asociación positiva entre el asma y la ENI. Este
hallazgo respalda la inclusión del asma como una enfermedad de alto riesgo que
requiere la administración de inmunización contra el neumococo.85 Por lo
anteriormente citado, documentos de consenso de expertos, la guía española de
manejo del asma (GEMA 5.3) y el CDC se recomienda la administración de VAN en
pacientes con asma.86,
87
Enfermedad pulmonar
obstructiva crónica
Es
una enfermedad heterogénea caracterizada por síntomas respiratorios crónicos
(tos, disnea, producción de esputo o exacerbaciones) debidos a anormalidades de
las vías aéreas o los alvéolos que causan obstrucción de las vías aéreas.65 Las
exacerbaciones son principalmente causadas por infecciones virales que pueden sobreinfectarse con bacterias y originan un aumento de la
inflamación que provoca síntomas e impacta en la calidad de vida y la
sobrevida. Las personas con EPOC tienen más frecuentemente NAC y la EPOC se
asocia a menor sobrevida tras un episodio de NAC.88
La EPOC es la enfermedad pulmonar crónica por excelencia
reconocida entre las indicaciones de VAG anual y VAN en los lineamientos
técnicos de la Dirección Nacional de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles y del Ministerio de Salud y Género de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.89 Las VAG y VAN
se recomiendan con distintos niveles de evidencia en las guías GOLD, en la guía
española GesEPOC y en la guía nacional de diagnóstico
y tratamiento de la EPOC del MSAL.90,
91 La
VAG con virus inactivados parece reducir la frecuencia de exacerbaciones y de
enfermedad grave que requiere internaciones.92, 93 Es también efectiva para disminuir el número
de infecciones por influenza en un 40% y podría asociarse con menor riesgo de
eventos cardíacos isquémicos.94,
95 En
términos de eficacia, los resultados de una evaluación de la evidencia indican
que la probabilidad de no adquirir infecciones respiratorias agudas
relacionadas con influenza en sujetos vacunados con VAG (trivalente, virus
fragmentado e inactivado) es del 76%. En los pacientes con EPOC leve, moderado
o grave, la efectividad de la vacuna fue del 84%, 45% y 85%, respectivamente.96 La evidencia
de las revisiones sistemáticas no ha demostrado efecto de la VAG en la mortalidad,
el número de internaciones por enfermedad tipo influenza o la necesidad de ventilación
mecánica.92,
96 Las
guías antes mencionadas coinciden en recomendar la VAN por ser una de las
comorbilidades incluidas en la indicación emitida por los CDC. Una revisión
sistemática de la colaboración Cochrane encontró que la VAN reduce la
incidencia de NAC y de exacerbaciones en pacientes con EPOC.97
Asimismo encontraron que la vacunación reduce el riesgo de NAC y
de exacerbaciones de EPOC sin impactar en el riesgo de neumonía neumocócica confirmada.97, 98 Con respecto a la seguridad, los efectos
adversos locales y sistémicos reportados son leves.92, 97, 98
Tabaquismo
Existe
evidencia de estudios poblacionales de mayor riesgo de enfermedad tipo influenza
(ETI) entre fumadores. Una encuesta realizada en 5943 sujetos en Gran Bretaña
encontró que el tabaco era uno de los seis factores asociados a ETI en el
análisis multivariable.99 El consumo de
tabaco es, independientemente de la edad, la presencia de comorbilidades y el
estado inmunitario, indicación formal de vacunación VAG y VAN, aunque no existan
otros factores de riesgo.29,
100, 101
Otras enfermedades
pulmonares crónicas
Las
exacerbaciones agudas de enfermedades pulmonares crónicas suelen estar
asociadas con patógenos virales y bacterianos. Estas exacerbaciones
contribuyen al deterioro de la función pulmonar, a una mala calidad de vida y
generan una carga adicional para individuos, familias, comunidades y el sector
de la salud. Por lo tanto, prevenir las exacerbaciones es importante en el
manejo clínico. Existen varias vacunas que ofrecen protección contra patógenos
respiratorios (Streptococcus pneumoniae, Bordetella
pertussis, influenza, VSR y SARS-CoV-2) que
pueden desencadenar exacerbaciones, pero la evidencia que respalda su
efectividad en la prevención de exacerbaciones de enfermedades pulmonares
crónicas es limitada.102 La mayoría de
las investigaciones se enfocan en otras enfermedades pulmonares crónicas, como la
EPOC, el asma y la fibrosis quística. Las bronquiectasias reciben menos
atención en comparación con otras enfermedades respiratorias crónicas en niños
y adultos. El papel de las vacunas existentes dirigidas a los patógenos
asociados con la enfermedad no ha sido suficientemente estudiado y la
evidencia de beneficio es limitada.103 A pesar de
esto, debido al riesgo de complicaciones, como neumonía grave, ENI y
hospitalización por influenza, se recomienda que los niños y adultos con BQT
reciban las vacunas de acuerdo con el programa nacional de inmunización para
grupos de alto riesgo.5 También es
importante considerar el papel de la inmunización materna durante el embarazo,
ya que las infecciones respiratorias graves en la primera infancia están
asociadas con el desarrollo de bronquiectasias.
RECOMENDACIONES DE
VACUNACIÓN PARA EL NEUMONÓLOGO
Teniendo
en consideración los antecedentes y la edad, apoyados en la disponibilidad de
las distintas vacunas, las recomendaciones del MSAL y las publicaciones recientes,
la Sección Infecciones Pulmonares de la Asociación Argentina de Medicina
Respiratoria formula las siguientes recomendaciones para el neumonólogo respecto de la vacunación de adultos con
enfermedades pulmonares.
Mayores
de 18 años y menores de 65 años, sin antecedentes de enfermedad pulmonar y sin
contacto cercano con personas con alto riesgo de complicaciones si se contagian
de influenza
Pueden
recibir VAG anual, preferentemente tetravalente (dos cepas de virus A y dos
cepas de virus B), aun cuando no tengan una indicación precisa. Interrogarlos
acerca de su última vacunación con la vacuna dT que
debe repetirse cada 10 años. Se recomienda que alguna de las dosis de vacuna dT a aplicarse a lo largo de la vida sea realizada con la
vacuna dTpa si el paciente nunca se hubiera realizado
vacunación con vacuna acelular para pertussis. Pueden recibir VAC esquema inicial y un
refuerzo anual.
Mujeres
que estén cursando un embarazo:
VAG
(está indicada durante cualquier trimestre del embarazo), vacuna dPTa (después de la 20.ª semana de
gestación en cada embarazo).
Mayores
de 18 años y menores de 65 años, con antecedentes de enfermedad pulmonar o
tabaquismo, u otras comorbilidades, o con contacto con pacientes de alto riesgo
de sufrir complicaciones si contraen influenza:
VAG
anual, preferentemente tetravalente, VAN según el esquema presente en la Figura
2. Interrogarlos acerca de su última vacunación con la vacuna dT que debe repetirse cada 10 años. Se recomienda que
alguna de las dosis de vacuna dT que van a aplicarse
a lo largo de la vida sea realizada con la vacuna dTpa
si el paciente nunca se hubiera realizado vacunación con vacuna acelular contra pertussis.
Pueden recibir VAC esquema inicial con refuerzos cada 6 meses.
Mayores
de 18 años y menores de 65 esplenectomizados o
portadores de anemia drepanocítica o que tienen
fístula de líquido cefalorraquídeo:
VAG
anual, preferentemente tetravalente, VAN según el esquema presente en la Figura
2. Vacuna dT cada 10 años. Se recomienda que alguna de
las dosis de vacuna dT que va a aplicarse a lo largo
de la vida sea realizada con la vacuna dTpa si el
paciente nunca se hubiera realizado vacunación con vacuna acelular
para pertussis (Figura 1). Pueden
recibir VAC esquema inicial con refuerzos cada 6 meses.
Adultos
de entre 50 y 65 años, sanos:
Solo
tienen indicado en el calendario la aplicación de la vacuna doble dT cada 10 años a lo largo de la vida. Se recomienda que
alguna de las dosis de dicha vacuna sea realizada con la vacuna dTpa. Los mayores de 50 años sanos tienen indicación de
vacunación contra HZ. La vacuna recombinante se aplica en 2 dosis separadas por
entre 2 y 6 meses.
Mayores
de 65 años, con comorbilidades o sin estas:
VAG
anual, preferentemente tetravalente o trivalente adyuvantada
y VAN según el esquema presente en la Figura 2. Vacuna dT
cada 10 años. Se recomienda que alguna de las dosis de vacuna dT que va a aplicarse a lo largo de la vida sea realizada
con la vacuna dTpa si el paciente nunca se hubiera
realizado vacunación con vacuna acelular para pertussis. Si no han sido vacunados aún contra el HZ
tienen indicación de hacerlo. Pueden recibir VAC esquema inicial con refuerzos
cada 6 meses.
Pacientes
de cualquier edad internados en terapia intensiva con insuficiencia respiratoria
o con insuficiencia cardíaca:
Vacuna
contra el herpes zóster. VAG anual, preferentemente tetravalente, VAN según el
esquema presente en la Figura 2. Vacuna dT cada 10
años. Se recomienda que alguna de las dosis de vacuna dT
que va a aplicarse a lo largo de la vida sea realizada con la vacuna dTpa si el paciente nunca se hubiera realizado vacunación
con vacuna acelular para pertussis.
Si no han sido vacunados aún contra el HZ tienen indicación de hacerlo. Pueden
recibir VAC esquema inicial y un refuerzo anual.
La
Tabla 1 recoge un resumen de las recomendaciones.
CONCLUSIONES
Las
enfermedades respiratorias crónicas son un problema de salud creciente,
especialmente en lo relacionado con el consumo de tabaco y el envejecimiento
de la población asociado a la constante actualización en las inmunizaciones y
profilaxis en todos los individuos con factores de riesgo y sin estos. Esto se
convierte en una paradoja derivada de los avances en la atención médica durante
las últimas décadas.
En
este escenario, el neumonólogo juega un papel
fundamental como referente, en especial luego de la emergencia del COVID-19,
donde muchas especialidades derivaban a la consulta por el especialista para
consultar sobre las nuevas vacunas, coadministración con VAG y VAN y otras
vacunas, tiempos entre dosis, entre otros interrogantes.
Además,
el neumonólogo también se enfrenta a las
consecuencias de la falta de prevención de infecciones respiratorias, como
exacerbaciones de EPOC, de asma, NAC y otros trastornos infecciosos. Como
resultado, el neumonólogo es el especialista que más
prescribe e informa sobre vacunas como mejor método de prevención para enfermedades
infecciosas en enfermedades crónicas.
Es
objetivo de este comité redactor promover la actualización constante de los neumonólogos de adultos para que estén preparados para
desempeñar un papel directo como agentes en la recomendación de vacunas a sus
pacientes.
Conflictos
de interés
CML
es médico consultor de Pfizer, desde 2012; ha participado en protocolos de
ensayos clínicos como investigador, adjudicador, o miembro del Board safety monitoring board para Novartis, Boehringer, Bayer y Pfizer en el pasado; es disertante para
Pfizer desde 2010. LP ha participado como disertante para Glaxo
sobre enfermedades obstructivas en adultos y como consultor para Merck Sharp
& Dohne. AJV se ha desempeñado como consultor de
Sanofi, GSK, Novartis y Pfizer. El resto de los
autores no tienen conflictos de intereses relacionados con el tema de esta
publicación.
Financiación
del Documento
Son
auspiciantes de este documento los laboratorios SANOFI, Pasteur y SEQUIRUS.
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