Autor : De Vito, Eduardo L.1,2, Arce, Santiago C.1, Monteiro, Sergio G.1
1Instituto de Investigaciones Médicas Alfredo Lanari, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina. 2Centro del Parque, Cuidados Respiratorios, Buenos Aires, Argentina.
https://doi.org/10.56538/ramr.KDJX9656
Correspondencia : Eduardo Luis De Vito, E-mail: eldevito@gmail.com
RESUMEN
No
todos sentimos lo mismo ante un estímulo físico, cada uno expresa una sensación
con diferentes palabras, no todos describimos de igual forma las sensaciones
respiratorias y, por qué no decirlo, no todos los profesionales entienden lo
que el paciente les relata. La psicofísica de la disnea (las relaciones
cuantitativas entre un estímulo respiratorio y una sensación), los descriptores
para referirse a la falta de aire (el lenguaje de la disnea) pueden ayudar a
romper las barreras comunicacionales entre pacientes, familia y personal de
salud. Los datos generales apoyan una red cortical-límbica para la percepción
de la disnea. Hay acuerdo en que la corteza insular es un elemento central esencial
para el circuito neuronal, mientras que la corteza cingulada
anterior y la corteza prefrontal dorsolateral
se cree que modulan la magnitud de la percepción de disnea y su alivio. La
disnea como un fenómeno del sistema nervioso central y con dimensiones tanto
sensoriales como afectivas, esto ha sido confirmado en estudios de neuroimágenes. Se ha establecido firmemente que la disnea
es una experiencia compleja de la mente y el cuerpo, que comprende diferentes
sensaciones que solo pueden ser percibidas por el individuo. Los componentes
afectivos impulsan los sentimientos acompañantes de angustia, miedo y ansiedad,
y es el cerebro, no los pulmones, el que genera estos fenómenos.
Palabras
clave: Disnea,
Fisiología, Fisiopatología, Psicofísica, Descriptores
ABSTRACT
When confronted with a physical
stimulus, not everyone feels the same way; each one expresses a sensation with
different words; not all of us describe respiratory sensations in the same way;
and, why not say it, not all professionals understand what the patient tells
them. The psychophysics of dyspnea (the quantitative relationships between a respiratory
stimulus and a sensation) and descriptors for shortness of breath (the dyspnea
language) can aid in breaking down communication barriers between patients,
families, and health care personnel. The insular
cortex is widely agreed to be an important central component of neural
circuitry, while the anterior cingulate cortex and dorsolateral prefrontal
cortex are thought to modulate the magnitude of dyspnea perception and its
relief. Dyspnea is a central nervous system phenomenon, and neuroimaging
studies have confirmed this with both sensory and affective dimensions. Dyspnea
is a complex mind-body experience that consists of different sensations that
can only be perceived by the individual. The accompanying feelings of distress,
fear, and anxiety are driven by affective components, which are generated by
the brain rather than the lungs.
Key words: Dyspnea, Breathlessness, Physiology, Pathophysiology, Psychophysics,
Descriptors
Recibido: 03/12/2022
Aceptado: 16/01/2024
LEYES PSICOFÍSICAS EN
GENERAL
Ningún
relato histórico de la disnea estaría completo sin mencionar el papel de la psicofísica.
El análisis minucioso de este tema está fuera de los objetivos de este
artículo. Se pueden consultar las excelentes publicaciones de Mahler.1, 2 Las leyes
psicofísicas son un conjunto de expresiones matemáticas que intentan determinar
relaciones cuantitativas entre el estímulo o parámetros de entrada y la
sensación o parámetros de salida (respuestas de percepción).
El
estudio de las sensaciones no respiratorias data de mediados del siglo XIX. El
médico y físico alemán Hermann von Helmholtz acuñó el término “psicofísica” y estableció una
relación precisa y no lineal entre la magnitud de los estímulos físicos
y la intensidad percibida. Helmholtz allanó el camino
para el desarrollo de las “leyes psicofísicas”. Los autores insoslayables del
siglo XIX son Weber y Fechner, mientras que Stevens y
Borg son los representantes de la segunda mitad del
siglo XX y a ellos se atribuye la aplicación de las medidas psicofísicas a las
sensaciones respiratorias.
En
1846 Weber reportó que la diferencia mínima perceptible (just noticeable difference) en intensidad entre dos estímulos es una
fracción constante de la intensidad del primer estímulo:
Diferencia mínima = delta
estímulo (es una
perceptible Estímulo constante)
Es
decir, cuanto mayor sea el estímulo de base (por ejemplo, un sonido), mayor
deberá ser el cambio en la magnitud del estímulo para detectarlo (no se cumple
para estímulos extremos).1
A
finales de la década de la década de 1950, Stevens pudo estudiar las respuestas
para diversos modos sensoriales (luz, sonido, gusto, olfato, tacto, fuerza
muscular, movimiento).2-4 Él expresó la
relación entre la intensidad del estímulo y la magnitud de la sensación con su
ley psicofísica (o ley de la potencia, power
law):
S = c Ek
donde S es la magnitud de la
sensación; c, una constante arbitraria; E, es la intensidad del
estímulo; y k, el exponente que depende de la modalidad sensorial y de
las condiciones ambientales. Es muy relevante el exponente k que provee
información sobre cómo se procesa sensorialmente el estímulo.
–
Cuando k = 1 (apreciación visual de la longitud de una línea recta), la
magnitud psicológica corresponde directamente a cambios en el estímulo.
–
Cuando es mayor que 1 (shock eléctrico, temperatura) pequeños cambios
en la magnitud del estímulo se expanden en un amplio rango de magnitud
psicológica.
–
Cuando es menor que 1 (luz, sonido) amplios rango de magnitud de estímulo son
juzgados como pequeños en cuanto a magnitud psicológica.
PSICOFÍSICA DE LA
DISNEA
Bakers y Tenney en
1970 fueron los primeros en aplicar la Ley de Stevens a las variables respiratorias.5 De hecho, en
el aparato respiratorio, la experiencia sensorial es más compleja, se estudia
en términos de relaciones entre la presión inspiratoria y la sensación
resultante. No todos los estímulos respiratorios tienen el mismo exponente.
La
ley de Weber tendría importantes implicaciones para el estudio de pacientes
con mecánica respiratoria anormal, en los cuales la resistencia de la vía aérea
o la elastancia pulmonar suelen estar aumentadas. Los
estudios de la época establecieron lo siguiente:
–
Los sujetos normales mayores de 60 años perciben menos las cargas elásticas y
resistivas comparados con sujetos normales menores de 30 años (tienen
exponentes k menores).
–
Los pacientes con EPOC perciben menos las cargas resistivas (tienen exponentes
k menores).
–
Sujetos normales y asmáticos perciben igual (tienen el mismo exponente k), excepto
en el grupo con asma casi fatal (tienen exponente k menores, perciben menos).
Leyes psicofísicas y
la escala de Borg
El
resultado de la aplicación de estas leyes fue la concepción, en el año 1982, de
la bien conocida escala de Borg y otras similares.1-4 La escala de Borg (inicialmente creada para la percepción de disnea
durante el ejercicio) pudo conciliar una magnitud sensorial absoluta (0 a 10)
con una semántica cuantitativa (leve, moderada, grave, etc.) y con algunas
modificaciones. Es hoy ampliamente utilizada para cuantificar la disnea y las
molestias musculares durante la actividad física. Además, entre los años 1981 y
1989, fue posible llegar a dos conclusiones de interés:5, 6
–
La intensidad de la molestia es proporcional a la desviación del patrón
ventilatorio espontáneo. Esto puso en relieve los exquisitos mecanismos que
operan para minimizar la disnea en situaciones fisiológicas y patológicas.
–
La adaptación temporal, según la cual la magnitud sensorial declina de acuerdo
a una simple función exponencial con el tiempo (y según la magnitud del
estímulo o carga respiratoria), permitió explicar porque con estímulos de alta
intensidad o sobre estimulación crónica, ciertos pacientes pueden estar
llamativamente asintomáticos.
No
obstante, cabe mencionar que, con una mayor comprensión de la naturaleza
multidimensional de la disnea, se han desarrollado nuevas escalas precisas que
evalúan los componentes sensoriales y afectivos de la sensación, y su uso
debería formar parte de la atención de rutina ciertos pacientes.7
El lenguaje de la
disnea. Descriptores
Nuestra
capacidad para conceptualizar y comunicar una idea depende de nuestro éxito en
dar vida a la idea a través del lenguaje y, a su vez, el médico debe saber
decodificar ese lenguaje.
Cuando
un médico se enfrenta a un paciente que refiere dolor torácico, suele hacerle
una serie de preguntas sobre la intensidad y calidad de la sensación dolorosa.
¿En una escala de 0-10 que puntaje le pondría?, ¿qué características tiene?,
¿varía con la respiración, con la tos?, ¿irradia a otra parte del cuerpo? Los
textos tradicionales utilizados por los estudiantes de las escuelas de medicina
no discuten los aspectos cualitativos de la disnea quizá porque suele ser
considerada una única sensación.
El
concepto de “calidad” de la disnea estaba presente desde los tiempos de Comroe, Campbell y Guz, pero
recién en 1990 comenzó la tarea de desarrollar un lenguaje de la disnea que
permitiría a los pacientes y médicos comunicar lo inherente a las molestias
respiratorias. De hecho, la definición actual de disnea contempla sensaciones
cualitativamente diferentes.8
Los
intentos de asociar determinadas condiciones o enfermedades con sensaciones cualitativamente
específicas no arrojaron los resultados deseados. No es posible asegurar con
razonable certeza que un determinado tipo de sensación corresponda a una
enfermedad al punto que pueda ser de orientación diagnóstica. Hay múltiples
mecanismos fisiológicos que subyacen a la disnea en diferentes estados de
enfermedad, así como la presencia de múltiples sensaciones que pueden coexistir
dentro de un paciente determinado.
El
lenguaje de la disnea se basa en cómo se la comunica, para ello, el espectro de
los descriptores es amplio.9-11 Algunos de
ellos son referidos con más frecuencia que otros y, si bien permiten entender
la angustia que generan y el impacto que produce (incluso
sensación de muerte), de ninguna manera pueden ser considerados como una guía
clínica que oriente a las causas de la disnea. Los descriptores han sido
desarrollados por Simon,9-11
pero no disponemos de una validación española de estos.
La atención al uso de descriptores verbales de disnea puede ayudar
al clínico a evitar subestimar la gravedad de la limitación del flujo de aire
cuando no es posible realizar mediciones objetivas de la función pulmonar. No
obstante, no se puede ignorar cierta superposición, aunque las tendencias
parecen consistentes:
– El descriptor “mayor trabajo de respiración” se asocia con EPOC,
asma moderada a grave, miopatía y fibrosis pulmonar.
– Los pacientes con EPOC e hiperinflación dinámica a veces se
quejan de una sensación de “respiraciones insatisfactorias/entrecortadas/
incompletas” o una sensación de que “no pueden respirar profundamente”.
– Una “sensación de respiración rápida y superficial” puede
corresponder a enfermedad pulmonar intersticial o disminución de la distensibilidad de la pared torácica.
– La insuficiencia cardíaca también se asocia con una sensación de
“asfixia/ahogo”.
– Una sensación de “respiración pesada” es típica del descondicionamiento.
Las barreras comunicacionales para entender el lenguaje de la
disnea son múltiples (Tabla 2). Mediante el desarrollo de cuestionarios de
disnea, los médicos y sus pacientes tienen una mayor probabilidad de
comunicarse con precisión sobre los síntomas respiratorios, y los mecanismos.
Es importante recordar que el idioma, el género, el origen étnico
y la cultura de un individuo pueden influir en la redacción utilizada para
describir la disnea.11
PROCESAMIENTO
CENTRAL DE LA DISNEA
Sustrato
cortical para la percepción de disnea
A finales del siglo XX, se sabía relativamente poco sobre las vías
ascendentes responsables de la disnea. La disnea implica varios tipos distintos
de receptores y sensaciones y era razonable esperar que los mecanismos
aferentes responsables de ella eran probablemente más complicados que para el
dolor. Las líneas tendientes a identificar las áreas cerebrales para la
percepción de disnea se pueden agrupar en dos categorías:
– Estudios neurofisiológicos mediante potenciales evocados.12-14
– Estudios mediante imágenes (tomografía por emisión de positrones
[PET], resonancia magnética funcional [FMRI] con técnica dependiente del nivel
de oxigenación sanguínea (BOLD, blood oxygenation level dependent,).15-17
Estudios
neurofisiológicos-aferencias frénicas
El primer estudio para establecer un vínculo neurofisiológico
entre los aferentes frénicos y la corteza somatosensorial
fue el de Frankstein.12 Hasta los años 80, existía una creencia
arraigada según la cual los reflejos mediados por aferentes en el diafragma
eran irrelevantes o ausentes. Esta concepción comenzó a cambiar cuando se
descubrió que aproximadamente el 30-45 % las fibras del nervio frénico son
aferentes sensoriales. Es indudable que a los centros superiores les interesa
el tipo de actividad y el estado contráctil del diafragma. Las aferencias
frénicas contribuyen a la somatosensación diafragmática,
a la percepción consciente de la respiración y las respuestas a la carga
respiratoria.18 La Figura 1 muestra esas proyecciones.
El nervio frénico contiene fibras de varios tipos de receptores
sensoriales: husos musculares, órganos tendinosos, ergorreceptores
y nociceptores. El flujo diafragmático sensorial a
la médula espinal está organizado somatotópicamente.19-21 Las
proyecciones supraespinales, troncoencefálicas,
cerebelosas y talámicas
alcanzan áreas con impacto directo e indirecto sobre el control motor
respiratorio y modulan el impulso.21 Las proyecciones supraespinales de neuronas aferentes frénicas han sido
confirmadas en múltiples investigaciones. Así como el destino potencial de las
vías desde los receptores de diafragma.21 VRG, grupo respiratorio
ventral; NTS, núcleo del tracto solitario; DRG, grupo respiratorio dorsal.
Aferencias
frénicas, estados emocionales y dolor
El hecho de que las aferencias frénicas también se proyectan hacia
el sistema límbico en los humanos sugiere un posible vínculo entre las
aferentes sensoriales del diafragma y el estado emocional: las respuestas
evocadas corticalmente a las oclusiones inspiratorias breves están fuertemente
moduladas por el estado afectivo en los humanos. Las aferencias frénicas también
pueden estar involucradas en el dolor de hombro o cuello. Esta respuesta
probablemente refleja la activación de aferentes frénicos del grupo III-IV que
convergen con el tracto espinotalámico en la médula
espinal cervical alta.21
En resumen, los datos de los animales confirman que los
aferentes sensoriales del diafragma activan las neuronas en la corteza somatosensorial, y los datos en humanos son totalmente
consistentes con estas observaciones. Además de la modulación del patrón
respiratorio, la información transmitida a través de los aferentes frénicos
contribuye a la somatosensación del diafragma y a la
percepción consciente de la respiración.
Queda mucho por aprender sobre el posible rol de las aferencias
frénicas en la activación o modulación de la expresión de la neuroplasticidad respiratoria, particularmente en el
contexto de la rehabilitación tras una lesión neurológica o una enfermedad
neuromuscular.
Estudios
mediante imágenes funcionales
Si bien a principios de los años 90, se postulaba que las
proyecciones rostrales de las neuronas motoras respiratorias del tallo cerebral
al cerebro medio y el tálamo podrían representar la vía de descarga corolaria central a la corteza sensorial,15
hasta el año 1994 la región de la corteza cerebral que procesa la información
relacionada con la disnea permanecía sin identificar.
Un estudio con tomografía por emisión de positrones (PET) sobre
la activación del comando motor respiratorio durante la respiración con CO2
proporcionó el primer indicio de que las áreas límbicas podrían estar
involucradas en la percepción de disnea.22 Fue posible identificar
la activación neuronal en el tallo cerebral superior, mesencéfalo, hipotálamo,
tálamo, hipocampo y parahipocampo, circunvolución
fusiforme, área cingulada, ínsula (considerado el
quinto lóbulo cerebral), corteza frontal, corteza temporo-occipital
y corteza parietal. Esta activación se consideró relevante en las respuestas
respiratorias sensoriales y motoras a la hipercapnia en personas despiertas.22,
23 La hipercapnia per se produce disnea, independientemente del
aumento de la ventilación que el CO2 produce (Figura 2).24
Para iguales niveles de hiperventilación (HV), durante hipercapnia
(54,8 mmHg) la sensación de disnea fue mayor que
durante isocapnia (ISO, 40,2 mmHg).
En este grupo de voluntarios sanos, el CO2 produjo disnea
independiente del aumento concomitante de la ventilación.24
En línea con estos hallazgos, Karleyto y
cols. encontraron que los lugares límbicos y paralímbicos activados por CO2 se encontraban
en la ínsula anterior, opérculo, cerebelo, amígdala, tálamo y ganglios basales.
Algunos elementos frontoparietales relacionados con
la atención también fueron activados.25 Las variables respiratorias
que tuvieron representación en estas áreas fueron hipercapnia, variaciones del Vt, cargas resistivas inspiratorias y espiratorias,
variaciones del Vt bajo asistencia ventilatoria
mecánica.16 Las imágenes cerebrales son incapaces de distinguir
entre las estructuras implicadas en el procesamiento afectivo y discriminatorio
y las respuestas conductuales motoras.26, 27
En resumen, los estudios sugirieron que la ínsula es
esencial para la percepción de la disnea, aunque los datos actuales sugieren
que la ínsula actúa en concierto con una red neuronal notablemente extensa y
compleja.
Componentes
sensoriales y afectivos
Los estudios pivote de entre los años 1995 a 2000 han proporcionado
evidencia convincente de que la intensidad sensorial y lo desagradable del
dolor son dimensiones diferentes. Incluso parecen estar supeditadas a vías
neurales separadas.28-30 En línea con estos hallazgos, se ha propuesto un
modelo multidimensional de disnea con dos componentes: sensorial (es
decir, intensidad y calidad) y afectivo (evaluativo, desagradable).15,
16, 30 Davenport y Reep describieron las dos
principales vías sugeridas para procesar la sensación respiratoria en la
corteza sensorial.31
1)
Se cree que los aspectos sensoriales (intensidad y calidad) se originan
predominantemente en aferentes ubicados en los músculos respiratorios (vía
aferencias frénicas y otras), se transmiten al tronco encefálico y se proyectan
hacia el área ventral del tálamo, desde donde las proyecciones talamocorticales ascienden a la corteza somatosensorial
primaria (áreas 3, 1 y 2 de Brodmann) y secundaria
(áreas 5 y 7 de Brodmann).16, 26, 30
2)
Los componentes afectivos (evaluativos desagradables) parecen ir por
otra vía. La información, principalmente aferentes vagales
de los pulmones y las vías respiratorias, se proyectan hacia el tronco
cerebral. Las proyecciones del tronco cerebral ascienden a la amígdala y al
área dorsal medial del tálamo y más allá de la ínsula y la corteza cingulada e insular. Estas estructuras son parte del
sistema límbico, que forman el borde interno de la corteza y contiene
interconexiones ricas entre la corteza cerebral, el tálamo y el tallo cerebral.
El sistema límbico también se considera importante con recompensa, miedo,
hambre, sed y excitación sexual. Se cree que el tálamo y el hipocampo son áreas
neuronales críticas para la entrada sensorial respiratoria a la corteza
cerebral.16, 30
¿Cómo es que la
ínsula da lugar a la percepción de disnea?
Si
bien existe evidencia creciente que sugiere que la corteza insular actúa como
un centro de interocepción y juega un papel
fundamental en la toma de conciencia de sentimientos subjetivos y no
simplemente un papel en el procesamiento de la percepción de desagrado, cabe
preguntarse cómo es que la ínsula da lugar a la percepción de disnea.32
Se
ha sugerido que el aumento de las descargas corolarias
desde el comando motor medular del tronco del encéfalo a los músculos
respiratorios pueden activar la ínsula, presumiblemente incluso sin retroalimentación
aferente periférica de los mecanorreceptores
respiratorios. Además, aunque no está claro si el dolor y la disnea son
procesados por las mismas estructuras corticales o simplemente por estructuras
corticales vecinas, es evidente que la corteza insular juega un papel
importante en la percepción de ambas sensaciones.
Lecciones de
situaciones clínicas concretas
Como
se comentó, a fines de la primera década del siglo XXI, se comenzó a sugerir la
multidimensionalidad similar en la
percepción del dolor y la disnea e incluye componentes sensoriales (es decir,
intensidad y calidad) y componentes afectivos. Este enfoque tiene implicaciones
clínicas.30-32
1)
Una alta sensibilidad parece favorable porque permite la detección temprana del
deterioro de la función pulmonar y el alivio rápido con medicación.
2)
Un grado moderado de ansiedad relacionada con el asma bronquial es adaptativa
porque puede estar asociada con una mejor percepción de la broncoconstricción.
3)
Por otro lado, la ausencia de ansiedad puede llevar a indiferencia y descuido
de los síntomas.33
4)
Una percepción exagerada de la disnea, que puede conducir a un uso excesivo de
los recursos médicos, puede significar una respuesta excesiva en la dimensión
afectiva.
5)
La dimensión afectiva de la disnea (desagrado, respuesta emocional) parece no
depender estrictamente de la intensidad de la disnea.
Davenport
y cols. utilizaron la metodología de potenciales
evocados relacionados con la respiración en un grupo de niños asmáticos con
una historia de asma casi fatal.13 Encontraron una ausencia de
componente evocado en 6/11 niños después de la oclusión respiratoria (es decir,
la señal sensorial disneica no estaba activando la corteza somatosensorial).
Estos datos sugieren la presencia de un déficit específico en el asma casi
fatal en el procesamiento cortical de la información de carga respiratoria. No
es posible aún dilucidar si los pacientes con percepción disminuida de disnea tienen
un déficit específico en los aspectos afectivos más que en los sensoriales de
su procesamiento perceptivo.
CONCLUSIONES
Una
diferenciación entre los componentes sensoriales y afectivos de la disnea
puede ser de particular importancia en mejorar la precisión de la percepción de
los síntomas. Los estudios de neuroimágenes han
arrojado luz sobre las redes cerebrales involucradas en la percepción de los
componentes sensoriales y afectivos de la disnea. Queda por dilucidar si esto
puede contribuir al desarrollo de estrategias terapéuticas más efectivas para
pacientes con disnea.
NEUROBIOLOGÍA DE LA
DISNEA, OPIOIDES ENDÓGENOS Y EXÓGENOS
En
1985, Santiago y Edelman postularon que los opioides
endógenos podrían ser elaborados como un mecanismo de protección para aliviar
la dificultad respiratoria.34 En 2009, O´Donnell
propuso un modelo neurobiológico (Figura 3) que involucra los sistemas
respiratorio y nervioso que ha permitido mejorar nuestra comprensión de la
percepción de la disnea.35
El
sistema respiratorio está modulado por neuropéptidos
excitadores e inhibidores que actúan desde las neuronas sensoriales hasta las
redes centrales. Los opioides endógenos son neuropéptidos
inhibidores que afectan el ritmo respiratorio y la nocicepción.
Cuando se administra naloxona 10 mg IV para bloquear
la señalización del receptor opioide, los pacientes con EPOC refirieron puntuaciones
más altas de dificultad respiratoria en comparación con la administración
salina normal, tanto durante el ejercicio como con la respiración con carga
resistiva. Estos resultados sugieren que los opioides endógenos modifican la
disnea cuando actúan en el SNC. Los opioides modulan la percepción de la
disnea disminuyendo el impulso central respiratorio (y la descarga corolaria asociada), alterando la percepción central o
disminuyendo la ansiedad.7, 35
El
miedo a la sobredosis y al desarrollo de depresión respiratoria históricamente
ha limitado el uso de opioides para aliviar la disnea en la práctica clínica.
Sin embargo, recientes declaraciones de dos importantes sociedades neumonológicas mundiales27, 36 recomiendan que
los opioides orales y parenterales sean utilizados para el alivio de la disnea
refractaria. La disnea refractaria se definió como “disnea que persiste en
reposo o con actividad mínima y es angustiante a pesar del tratamiento óptimo
de la enfermedad pulmonar o cardíaca avanzada”. Además de una titulación
adecuada, la comunicación es esencial entre médicos, pacientes y miembros de la
familia cuando se usan opioides para cuidados paliativos y al final de la vida.36
La
American Thoracic Society
propuso en 2012 que la disnea sea considerada en tres constructos:
sensorial, afectivo y el impacto o la carga de los síntomas (Tabla 3).36
La intensidad (sensorial) y la angustia (afectiva) en respuesta ante un
estímulo específico, ya fue comentada. El impacto de la disnea en las
actividades diarias de un individuo puede considerarse ya sea durante la
atención del paciente, o bien, en un ensayo clínico. La mayoría de los
instrumentos actualmente utilizados para cuantificar la disnea en ensayos
clínicos son de relativamente reciente desarrollo, apenas datan de unos 30 años
(Tabla 3).
El
modelo neurofisiológico proporciona un marco conceptual para mejorar nuestra comprensión
de los mecanismos que contribuyen a la percepción de la disnea. El sistema
opioide desempeña un papel importante en el alivio de la disnea. Tanto los
opioides endógenos (b-endorfinas) como los exógenos (morfino
símiles) modulan la disnea. Las intervenciones que estimulan la liberación de
opioides endógenos requieren una investigación para aliviar la disnea.7
CONCLUSIONES
La
visión de Comroe sobre la disnea como un fenómeno del
sistema nervioso central y con dimensiones tanto sensoriales como afectivas fue
premonitoria y ahora ha sido confirmada en estudios de neuroimágenes.
Ayer como hoy, la disnea es una experiencia primaria asociada con
comportamientos destinados a contrarrestar una amenaza a la supervivencia. Se
ha establecido firmemente que la disnea es una experiencia compleja de la
mente y el cuerpo, que comprende diferentes sensaciones que solo pueden ser
percibidas por el individuo. Los componentes afectivos impulsan los
sentimientos acompañantes de angustia, miedo y ansiedad, y es el cerebro, no
los pulmones, el que genera estos fenómenos.7, 36-38
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