Autor : Juan A. Mazzei, Jorge Cáneva
El
20 de junio falleció el Dr. Carlos Alberto Parpaglione.
Había nacido en Buenos Aires el 12 de octuÂbre de 1951 y estudió
en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, donde se
graduó como Médico en 1975 y, en 1983, obtuvo el título de
Especialista en Neumotisiología.
Desarrolló
su carrera profesional a partir de 1976 en la Sección
Fisiopatología Respiratoria del Hospital de Neumotisiología
Dr. Enrique Tornú de la Ciudad de Buenos Aires
hasta llegar a ser Jefe Titular, cargo en el que se desempeñó
desde 1997.
Ocupó
varios cargos en la Sociedad de Tisiología y Neumonología
del Hospital Tornú y fue miembro de la
Asociación Médica Argentina. Fue Miembro Fundador de la
Asociación Argentina de Medicina Respiratoria. A nivel internacional,
fue Miembro Titular de la European Respiratory Society, la SocieÂdade de Pneumologia e Tisiologia do Rio Grande do Sul, la American Thoracic Society y la
Asociación Latinoamericana del Tórax.
Formó
parte de numerosos congresos, jornadas y simposios como Miembro titular,
Director de Cursos, Coordinador, Relator, etc. Y realizó un valioso
aporte a la educación médica continua con sus trabajos
científicos publicados en revistas científicas nacionales e
internacionales, capítulos en libros, monograÂfías, conferencias
y su incansable actividad docente. Se desempeñó como Jefe de
Trabajos Prácticos de la Carrera de Especialistas en Neumonología
de la Universidad de Buenos Aires, sede Hospital Pirovano,
y Jefe de Trabajos Prácticos de la asignatura Neumonología
de la Carrera de Medicina de la Universidad Favaloro.
Todo ello sin descuidar su propia formación, a la cual dedicó
innumerables horas de estudio.
Su
ardua dedicación lo hizo merecedor, en dos ocasiones, del premio
Alejandro Raimondi, otorgado por la Sociedad de Tisiología y Neumonología del Hospital de Neumotisiología
E. Tornú.
Esta
apretada síntesis de su vida comprende solamente sus méritos
profesionales y académicos, pero, además, Carlos se
destacó por su afabilidad y caballerosidad en sus relaciones con los
demás, con caracÂterísticas personales de calidez y
bonhomía, y un fino sentido del humor junto con su capacidad
médica.
En
su trato con los enfermos, siempre existió una relación directa,
cariñosa, cordial y respetuosa.
Los
que tuvimos el honor de conocerlo sabemos de su fuerza de voluntad, de sus
interminables horas de estudio y reflexión, con el único fin de
dar solución al problema concreto de un paciente. Pero no limitaba su
cordialidad y cariño a sus pacientes; todo el personal que con él
trabajaba era partícipe de estas características. Su capacidad de
síntesis y liderazgo le granjearon el respeto y la admiración de
todos. Lo anterior quizás hubiera sido suficiente, pero no fue
así, él se interesaba y preocupaba por aquellos que lo rodeaban.
Se
dice que los grandes hombres desarrollan todos sus potenciales cuando se
enfrentan a la adverÂsidad. Esto ocurrió con Carlos Parpaglione.
Su comportamiento durante la larga y penosa enfermeÂdad que padeció fue
un ejemplo de templanza y dignidad. Nunca oímos una queja, nunca una
mala palabra, y así resultó que al que necesitaba ayuda, ayudaba;
al que necesitaba consuelo, consolaba; y así continuó más
allá del límite de sus fuerzas, siendo el eje de nuestro
quehacer, cuando la vida se le escapaba definitivamente de los dedos. Todos
estos hechos y muchos más que atesoramos en nuestra memoria lo
convierten en un prototipo moral y ético que continuará
inspirando a los que tuvimos el privilegio de conocerlo.
Descanse
en paz.