Autor : Schiavi Eduardo
El 30 de Junio pasado falleció inesperadamente a los 61 años de edad el Dr. Guillermo Menga como consecuencia de una rara enfermedad inmunológica a la que se enfrentó con enorme valentía y entereza. Con su muerte se pierde un líder notable de la medicina respiratoria argentina y latinoamericana en una etapa altamente productiva de su vida. Es una pérdida irreparable que lamentamos todos.
El Dr. Menga se recibió de médico en 1981 en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Como nota de interés destaco que cursó el ciclo básico de la carrera en la experiencia pedagógica del Instituto de Investigaciones Médicas Alfredo Lanari conocida cariñosamente como la “escuelita” donde sin duda comenzó a forjar en un ambiente de excelencia su pasión por la Medicina.
Ingresó en 1983 a la entonces Residencia Nacional de Neumonología y luego de 1 año de rotación clínica por el Instituto Lanari llegó en 1984 al Hospital de Rehabilitación Respiratoria María Ferrer donde se quedó definitivamente. Completó su residencia, fue Jefe de Residentes y después recorrió todo el espectro de cargos asistenciales siendo sucesivamente Médico Interno, Jefe de Clínica, Coordinador del Departamento Clínico Quirúrgico, Subdirector y finalmente Director del hospital, cargo que desempeñó hasta su muerte.
Simultáneamente con la actividad asistencial tuvo un importante desempeño en Docencia e Investigación. Su dedicación a los residentes fue una constante en la práctica cotidiana. Participó activamente en la sede hospitalaria de la Carrera de Especialistas en Neumonología de la UBA contribuyendo a formar numerosas promociones de residentes que obtuvieron con su apoyo el título de Neumonólogos. Participó en la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR) siendo presidente de la misma en 2011 y del 40° Congreso Argentino de Medicina Respiratoria en 2012. A lo largo de su carrera dio incontables conferencias en jornadas y congresos nacionales e internacionales.
En investigación clínica publicó numerosos trabajos. Uno de sus hitos fue su participación central en el equipo del Dr. Moisés Rosenberg que culminó con la realización del primer transplante unilateral de pulmón en un hospital público en 1995. Sus otras áreas de interés fueron el tratamiento de los pacientes con miastenia gravis, la atención integral de los enfermos fibroquísticos y el déficit de alfa 1 antitripsina. Una consecuencia directa de estos intereses fue su nombramiento en 2003 como Coordinador para Argentina del Alpha One International Registry (AIR) y en 2004 como Coordinador del Programa Nacional de Asistencia al paciente miasténico. En los últimos años de su vida se dedicó a la detección e investigación de las complejidades genéticas del déficit de alfa 1 antitripsina y la participación en consensos locales e internacionales para alertar a la población médica y general sobre esta enfermedad y su correcto tratamiento.
Hasta aquí una descripción somera de la carrera y los méritos académicos del Dr. Guillermo Menga. Pero no le haría justicia si no hablara de “Willy”, mi amigo y colaborador al que recibí en el Ferrer en 1984 siendo yo Jefe de Clínica y con el que compartí 34 años de vida. Era una persona excepcional, con una capacidad de trabajo impresionante que ni siquiera la enfermedad que lo maltrató en sus últimos años pudo disminuir. Su lealtad conmigo a lo largo de tantos años fue siempre incondicional y desinteresada en la difícil tarea de conducir un hospital y sus diferentes grupos humanos.
Siempre era el primero en llegar y con ese ejemplo impulsaba a todos los que lo rodeaban a redoblar esfuerzos. Su capacidad de estudio era notable y bastaba que uno le nombrara alguna duda con un paciente propio para que pocas horas después llegara un mail suyo con una referencia científica a la misma. En su dedicación al hospital no existían sábados, domingos ni feriados. Los pacientes eran su inspiración y su pasión. Fueron muchos los que le deben la vida a su perseverancia y su presión al equipo tratante para seguir adelante aun cuando las posibilidades de mejoría eran prácticamente nulas. Era un MÉDICO con mayúsculas en todo el sentido de la palabra.
Como hubiera sostenido Borges una paradoja curiosa del universo lo hizo nacer precisamente un 3 de diciembre, día del médico y tuvo la suerte de desarrollar una hermosa familia con su mujer María del Carmen y sus tres hijos Matías, Mariana y Mercedes. En una oda famosa, el poeta latino Horacio dijo “No moriré del todo” haciendo referencia a que su obra literaria lo mantendría vivo en el recuerdo. Yo estoy seguro que Willy no morirá del todo y permanecerá a través de sus trabajos y sus discípulos como parte de la historia de la medicina respiratoria.
Dr. Eduardo Schiavi