Autor : Andrés Avila2, Yanet Cervellino1, Adrián Ceccato2, Mariano Fielli2, Marcela Heres2, Flavia Caputo3, Alejandra González2
1 Servicio de ClÃnica Médica 2 Sección NeumonologÃa 3 Sección InmunologÃa Hospital Nacional Alejandro Posadas. Buenos Aires. Argentina
Correspondencia : Alejandra González E-mail: alestork@yahoo.com.ar
Presentación del caso
Andrés Ávila: Mujer de 17 años de edad con
antecedentes de absceso cerebral, tuberculosis
pulmonar a los 9 años, retraso madurativo, infecciones respiratorias a repetición e internación por
neumonía grave cuatro meses antes de la consulta
sin aislamiento de germen.
Consultó por presentar cuadro de 48 horas de
evolución caracterizado por dolor e impotencia
funcional en tobillo derecho y lesiones en piel.
Al examen físico se constató fiebre, taquicardia
taquipnea, regular mecánica ventilatoria y crepitantes bibasales. Además presentaba signos de
flogosis en el tobillo derecho y púrpura palpable
en ambos pies y mejilla izquierda. Se realizó laboratorio: leucocitos: 11500/mm3; gases arteriales
pH 7.39/ pCO2 32/ pO2 72.
En la radiografía de tórax se observaron infiltrados alveolares heterogéneos bibasales. La
ecografía del tobillo derecho evidenció edema de
tejido celular subcutáneo y aumento del líquido
intraarticular.
Se interpretó como artritis séptica. Se realizaron hemocultivos, cultivo de esputo y se inició tratamiento con ceftazidime y vancomicina.
Se solicitaron factor antinucleo (FAN) y factor
reumatoideo (FR) que resultaron negativos; C3
106mg/dl; C4: 11mg/dl., el proteinograma electroforético mostró hipergammaglobulinemia policlonal; anticuerpo anticitoplasma de neutrófilos
(ANCA C) positivo; ANCA MPO (mieloperoxidasa
negativo; Anti PR3 (proteinasa 3) positivo (43 UIml); serologías para HIV, HBV, HCV y VDRL negativas; sedimento de orina normal; baciloscopía
de esputo negativa.
Se realizó tomografía de tórax que evidenció múltiples bronquiectasias quísticas bilaterales
con engrosamiento de paredes bronquiales y acen tuación intersticial peribronquial, atrapamiento
mucoso y esplenomegalia leve. (Fig 1). No pudo
realizar estudios funcionales respiratorios debido
a la incomprensión de las maniobras.
Ante la sospecha de fibrosis quística, se realizó test de sudor: 44 meq/l (entre 40-60 valor dudoso,
mayor de 60 patológico).
Yanet Cervellino: Con respecto a la artritis,
cuyo compromiso era monoarticular, se plantearon
distintas causas. La artritis infecciosa es la más
frecuente; se evaluó la posibilidad de punción de
la articulación que fue descartada por presentar
escaso líquido articular. Se desestimó artritis gonócoccica por antecedentes y artritis secundaria
a depósito de cristales por valores de ácido úrico
normales.
Muchas patologías sistémicas pueden presentar
artritis. Dentro de ellas podemos encontrar a la
artritis reumatoidea, el lupus eritematoso sistémico, la enfermedad granulomatosa con poliangeítis;
algunas infecciones sistémicas y la fibrosis quística
(FQ)1.
Teniendo en cuenta el antecedente de infecciones pulmonares recurrentes desde temprana edad
asociado a radiografía y tomografía de tórax que
evidenciaron bronquiectasias, se sospechó FQ;
hasta en el 10% de los pacientes portadores de esta
patología puede aparecer oligoartritis inflamatoria episódica no destructiva que con frecuencia
afecta las articulaciones de las manos y de las
extremidades inferiores. Es habitual que las crisis
duren unos días y pueden acompañarse de fiebre
y lesiones cutáneas dolorosas y púrpura, como en
el caso de la paciente. Se cree que esta artritis se
debe al depósito de inmunocomplejos causados por
infección pulmonar crónica.
Con respecto a los autoanticuerpos y la fibrosis
quística, se han establecido asociaciones entre los
mismos, siendo uno de los más frecuentes el ANCA, en la mayoría de los casos con especificidad BPI
(Bactericidal Permeability Increasing Protein)2, 3.
Adrián Ceccato: En esta internación, se realizó diagnóstico de bronquiectasias de tipo quísticas.
La paciente negaba la presencia de broncorrea y
disnea habitual, y había presentado varios episodios de exacerbaciones que se manejaron en forma
ambulatoria excepto una reciente internación
por neumonía; por lo tanto parece una evolución
atípica en un paciente con bronquiectasias difusas
de larga data.
La etiología puede ser secundaria a desórdenes
genéticos, postinfecciosa, inmunodeficiencias, aspiración, malformaciones estructurales congénitas,
factores mecánicos, etc. Sin embargo la división
más utilizada es entre las secundarias a FQ y las
no relacionadas con esta enfermedad, ya que la evolución, pronóstico y tratamiento son diferentes4,5.
El círculo vicioso de Cole explica la evolución de
la enfermedad en la que la distorsión y destrucción
de las vías aéreas llevan a un trastorno en el clearance del moco y las secreciones, la colonización
bacteriana provoca la inflamación crónica por
proteasas de los neutrófilos, lo que perpetua el cuadro6. Un factor que comparten las bronquiectasias
de los pacientes no fibroquísticos y fibroquísticos
es el rol fundamental que juegan las infecciones y
la colonización bacteriana.
Mariano Fielli: Como ya se mencionó, uno de los
diagnósticos probables de la paciente es FQ, aunque al interrogatorio dirigido no hay evidencia de
patología respiratoria en sus familiares de primer
grado. Esta enfermedad afecta múltiples órganos
y sistemas, fundamentalmente al aparato digestivo y respiratorio. El compromiso de este último condiciona el pronóstico sombrío de esta patología,
a través de la obstrucción bronquial cíclica con
secreciones, la infección y la inflamación relacionada. Esto produce la aparición de bronquiectasias
y la alteración progresiva en la arquitectura del
parénquima pulmonar, reflejada a nivel funcional
como un trastorno obstructivo.
A partir de los avances en el campo del diagnóstico, ligados al mejor entendimiento de la enfermedad y la descripción de nuevas mutaciones, se ha
ampliado el espectro de manifestaciones clínicas
abarcando desde formas oligosintomáticas (con
una sobrevida semejante a la población general)
hasta las más graves, clásicamente descriptas. A
las primeras se las ha catalogado como formas “no
clásicas”.
Ante la sospecha clínica de FQ, que por los
motivos expuestos más arriba no debe limitarse
a la población pediátrica, se pueden utilizar los
siguientes métodos: test del sudor, estudio genético (caracterización de la mutación) o estudio de
la diferencia de potencial nasal transepitelial. El
estudio a solicitar inicialmente es el test del sudor,
cuyo resultado negativo no descarta la enfermedad, particularmente en aquellos casos en los que
están presentes mutaciones menos prevalentes
y en las formas “no clásicas” de enfermedad. Se
confirma la patología con: un resultado positivo
de la prueba del sudor en al menos 2 ocasiones,
o la presencia de 2 mutaciones del gen causante
de FQ, o demostración de diferencia de potencial
nasal transepitelial anormal.
En el caso de nuestra paciente, el pretest elevado, explicado por la presencia de bronquiectasias
quísticas –sin otra causa–, algunas manifestaciones
gastrointestinales aisladas y un descenso ponderal
marcado obliga a la realización del test del sudor
y, si este fuese negativo, al estudio genético o al
análisis del potencial nasal transepitelial7-9.
Alejandra González: Si bien la sospecha de
FQ era fuerte, el primer test del sudor fue de
valores intermedios, lo que no descarta la enfermedad dado que hay formas no clásicas o FQ “atípicas”,que tienen una prevalencia entre el 2
y el 10%. Estas se caracterizan por un comienzo
tardío o más lenta evolución en su compromiso
pulmonar, con suficiencia pancreática, compromiso de un solo órgano, test del sudor normal
o en valores límites, y tiene al menos una copia
de la mutación del gen lo que le confiere función
parcial de la proteína CFTR7, 10.
En este grupo de pacientes, el diagnóstico es más
difícil, como lo demuestra un estudio publicado por
Keating y col., donde se analizan un total de 9766
nuevos diagnósticos de FQ en un período de 10
años; el 85% de los casos son menores de 12 años,
6% entre 12 y 18 años y 8.3% mayores de 18 años
(con una edad media de 33 años). El test del sudor
en los pacientes mayores de 18 años fue indeterminado (40-59) en el 13,6% y normal (<40) en el
10,7%, lo que indica que en el 24% fue inadecuado
o no confirmó el diagnóstico11.
En otro artículo se analizan las características
de 73 pacientes diagnosticados en la edad adulta.
La mayoría de los pacientes tenían sólo compromiso pulmonar y suficiencia pancreática; la media del
FEV1 fue 81± 26% y evidencia de bronquiectasias
en el 59% de los pacientes. En un tercio de los
pacientes, el diagnóstico no puedo ser confirmado
por test del sudor o por análisis de las mutaciones
del CFRT, recurriendo a la diferencia del potencial
nasal como herramienta diagnóstica12.
Por lo tanto, es importante mantener el grado de
sospecha de FQ en todo paciente con enfermedad
respiratoria recurrente o persistente, con o sin manifestaciones gastrointestinales y/o nutricionales,
ya que la variabilidad de las manifestaciones clínicas y la progresión de las mismas es muy marcada.
Flavia Caputo: Cuando fuimos interconsultados
y tuvimos oportunidad de ver a la paciente en la
sala, las lesiones cutáneas estaban atenuadas,
mediando solo terapia antibiótica. La artritis había evolucionado del mismo modo que las lesiones
cutáneas. Nos tocó entonces interpretar la positividad del ANCA en el contexto de una paciente
con bronquiectasias quísticas internada con una
intercurrencia infecciosa.
Los neutrófilos (PMN), cuando son reclutados al
sitio de infección, se activan para llevar a cabo la
destrucción de los microorganismos patógenos, a
través de varios mecanismos: fagocitosis, degranulación y formación de trampas extracelulares o
NETs. Las NETs son liberadas por los neurófilos
a través de un proceso denominado netosis y son
estructuras formadas por fibras de cromatina
condensada sobre las que se depositan factores
microbicidas liberados por los gránulos. Su función
principal es atrapar y destruir patógenos13.
En los pacientes con FQ, la colonización bacteriana con la consiguiente inflamación crónica
promueve la infiltración pulmonar por PMN con
la consiguiente liberación de NETs que causa daño en el epitelio pulmonar, alteración de la secreción
del moco y aumento de la expresión de citoquinas
proinflamatorias. La liberación al medio extracelular del contenido de los gránulos de PMN podría
estimular la producción de ANCA que no tendría
un rol patogénico como el descripto en las vasculitis
asociadas a ANCA. En general son anticuerpos
transitorios, de bajo título14.
En un trabajo publicado en el 2013, se analizó la
positividad de ANCA por IFI (inmunoflorescencia
indirecta) y por ELISA en 209 pacientes: el ANCA
fue positivo con diagnóstico de vasculitis en 54 y
de los restantes 155, 23 pacientes (15%) correspondían a infecciones. Mientras PR3-ANCA y MPOANCA son muy específicas para vasculitis ANCA,
su valor es incierto en condiciones no vasculíticas15.
En el laboratorio de inmunidad humoral de nuestro hospital, se realizaron observaciones similares.
En esta paciente interpretamos la positividad
de ANCA como un epifenómeno secundario a infección en el contexto de su enfermedad de base,
probablemente FQ.
Marcela Heres: Uno de los puntos de mayor
discusión fue la interpretación del ANCA positivo.
Cuando el servicio de neumonología evaluó a esta
paciente, se sugirió hacer una serie de estudios
para el diagnóstico etiológico de las bronquiectasias que hasta el momento no habían sido estudiadas. En este contexto es que se solicitó el ANCA.
Las enfermedades autoinmunes pueden causar
bronquiectasias, aunque es infrecuente. La artritis
reumatoidea es la enfermedad del colágeno en la
que, con mayor frecuencia, se describe la presencia
de bronquiectasias. Según la Guía para Bronquiectasias no fibroquísticas de la British Toracic Society:
si existen datos clínicos relevantes, se debe solicitar
factor reumatoideo, factor antinúcleo y ANCA16.
De las vasculitis primarias, la granulomatosis
con poliangeitis y la poliaangeitis microscópica
(PAM) han sido las más asociadas a bronquiectasias. La enfermedad pulmonar crónica puede
preceder el desarrollo de la enfermedad asociada
a ANCA17. Con respecto a esto, el trabajo más
significativo que encontré es un estudio japonés
de una cohorte de 26 pacientes con PAM, donde
nueve (35%) presentaban bronquiectasias y cuatro
de ellos presentaban síntomas respiratorios previos
al diagnóstico de PAM18.
Sin embargo, como ya se
ha dicho, esto es infrecuente.
Por otro lado, sabemos que en la literatura está ampliamente descripto que los complejos autoinmunes y los autoanticuerpos pueden acompañar
infecciones bronquiales19,20. La Dra Caputo y la
Dra Cervellino se refirieron con gran claridad a la
relación entre ANCA, infecciones respiratorias y
fibrosis quística. Conociendo estos datos, sabiendo que finalmente se desestimó la enfermedad
vasculítica y que estábamos frente a una paciente
sin signos de vasculitis, creo que no existían datos
clínicos relevantes como para solicitar ANCA en
este caso.
La paciente continuó su seguimiento en forma
ambulatoria, se realizó segundo test del sudor con
un valor positivo de 62 meq/l. Se repitió al mes
título de PR3 con un valor en descenso de 37UI/ml
y luego a los tres meses que resultó negativo. Aislamiento en el esputo de Haemophillus Influenzae en dos oportunidades. En conclusión, se interpretó a la paciente con diagnóstico de bronquiectasias secundarias a fibrosis quística y los valores elevados
de ANCA secundarios a infección crónica.
Conflictos de interés: Los autores declaran que no tienen conflictos de intereses relacionados con el tema de esta publicación.
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