Autor : Prof. MarÃa Fernanda Sabio Dra. Carmen Alicia GarcÃa Otero
La carta al editor de la Dra. María Isabel Pérez
de Pío es un aporte más al análisis llevado a cabo
en nuestro artículo ¿Existe justificación moral
para la eutanasia? La carta toma un punto que,
en sentido estricto, no fue abordado en el artículo,
ya que este se limita a describir la realidad
de la práxis médica y no presenta un análisis
económico del problema. Es cierto que el tiempo
histórico en el que nos encontramos, hace
del fáctor económico algo difícil de eludir, pero
como nuestro interés se centraba en presentar
a los lectures el significado de la eutanasia, no
hemos abundado en estas cuestiones. En lo que
a ellas se refiere, coincidimos con la Dra. Pérez
de Pío en el peligro que podría significar avalar
la eutanasía o el suicidio asistido por cuestiones
netamente económicas, posición que sólo podría
ser sostenida por un Estado autoritario. Tanto
es así que hemos puesto énfasis reiteradamente
en la importancia de respetar la voluntad del
paciente y su autonomía, puntos que serían
ignorados si se impusiera la eutanasia por motivos
económicos. Esta cuestión queda clara al
final del artículo: afirmamos de forma explícita
que ante el riesgo de que algún Estado pudiera
imponer eventuales políticas abusivas en referencia
a la eutanasia voluntaria activa directa,
el suicidio asistido es un modo de defender a
los pacientes.
Pérez de Pío cuestiona el suicidio asistido presentándolo
como una práctica más del nazismo para
suprimir vidas por razones económicas, sin evaluar
otras variables que nosotras analizamos. No está en
nuestro ánimo interpretar tal argumento como de
mala fe, pero examinar esta práctica con ese único
enfoque resulta claramente reduccionista.
Es necesario tener presente que el otro, el paciente,
es un individuo autónomo titular de derechos
y también sujeto a obligaciones entre las que
no se encuentra el aceptar siempre las indicaciones
médicas. Cuando el médico trata de imponer su
criterio ejerce un paternalismo incompatible con
un proceder éticamente correcto. Llegado un punto
y reunidas determinadas condiciones, el deseo de
terminar con la propia vida no puede ser interpretado
como un deseo inducido o irracional. En
ciertas circunstancias es la decisión legítima de un
sujeto autónomo. Por supuesto que esta afirmación
requiere una visión antroplógica particular, que
nos autoriza a considerar la racionalidad de un
pedido de eutanasia o suicidio asistido. A parir de
esta convicción y por las razones expuestas en el
artículo, defendemos el suicidio asistido por sobre
la eutanasia.